lunes, 18 de marzo de 2013

LA TEORÍA DE LA GOMA ELÁSTICA

  El equilibrio es algo de lo que suelo hablar con relativa frecuencia, pues considero que se convierte en algo fundamental para lograr avances en el sentido adecuado. Desde tiempos inmemoriales ha sido considerado como el justo centro de caminos opuestos, pero sinceramente no comparte dicho planteamiento..., es posible que ese punto no haya de situarse en un lugar equidistante, sino más próximo a una de las tendencias presentadas, pero ésto puede ser tema de otro post.

 En una situación de equilibrio, el cuerpo suele mostrarse en su estado óptimo; las energías que operan a nivel interno suelen permanecer quietas, nuestro sistema hormonal funciona con la máxima precisión que nuestro diseño genético permite, nuestros pensamientos no bullen como un torbellino de ideas que difícilmente paran, y así un sinfín de procesos que acontecen de manera precisa y armoniosa con el fin de mostrarnos la cara más amable de nuestro propio organismo. Pero cuando ésta situación idílica se altera, los problemas no tardan en aparecer. Y es en éste punto donde nos podemos encontrar, cuando perdido el equilibrio, nuestro organismo manifiesta una tendencia al sobrepeso.



bungee
   La homeostasis puede ser considerada como un mecanismo que trata de mantener un equilibrio adecuado entre las diferentes fuerzas que operan en nuestro cuerpo. Se constituye de éste modo en un punto de referencia al que se tiende cuando una situación puntual altera el estado armonioso de nuestro organismo. Y es en éste sentido donde quiero hablar de la teoría del set-point a la que yo llamo de forma más gráfica la teoría de la goma elástica.

 Cuando de peso se refiere, el cuerpo parece actuar defendiendo un punto de equilibrio o set-point, de tal forma, que es capaz de reducir el metabolismo cuando comemos menos de lo que necesitamos, y viceversa, cuando ingerimos más calorías de las necesarias aumenta el gasto energético.

 Al iniciar un programa de pérdida de peso, podemos eliminar con facilidad una serie de kilos, pero a medida que avanzamos en el sentido pretendido parece que a nuestro cuerpo no le gusta dicha situación y empieza a mostrar cierta resistencia a continuar con el proceso iniciado. A medida que empezamos a tensar una banda elástica nos encontraremos con una oposición leve, pero poco a poco la resistencia a la elongación se irá acrecentando progresivamente hasta llegar a un punto en el cual sea imposible estirar más o nos arriesgaremos a romperla. Ésto es algo similar a lo que ocurre cuando estamos a dieta. Al iniciar el proceso, parece que todo es bastante fácil, pero redundar en nuestros objetivos para acrecentar nuestra pérdida de peso se vuelve cada vez más complicado, hasta llegar un punto determinado donde finalmente nos estancamos. Éste punto coincide con la máxima elongación de nuestra hipotética banda elástica, ahora lo que opera no es la facilidad para mantener el peso, sino la tendencia contraria al camino efectuado, donde una fuerza misteriosa parece querer arrastrarnos nuevamente al inicio de nuestro periplo. Y efectivamente, ésta resistencia será percibida en nuestro organismo con una sensación de hambre constante, una dificultad acrecentada a seguir perdiendo kilos a pesar de la disminución de las calorías consumidas, un mal humor generalizado, una menor capacidad de emprender nuevos retos, un estado de ánimo que tiende más a la melancolía que al buen humor, además de otra serie de síntomas más difusos pero que en definitiva muestran en su conjunto que el equilibrio se ha roto. Y ahora, ¿qué es lo que se debe hacer?. Aguantar, aguantar y aguantar. Si en ésta situación de máxima elongación no ponemos cuidado, tenemos muchas papeletas para volver, en un abrir y cerrar de ojos, a la situación previa de la que partíamos como si de un resorte se tratase, e incluso más allá. Hemos de pensar que cuando se estira completamente una goma, al soltarla de golpe, la energía contenida la puede proyectar a un punto más alejado del propio origen. Y ésto es lo que sucede exactamente con nuestro peso.


   Imaginemos que nuestro peso de partida en un hipotético régimen de adelgazamiento son los 100 kg, después de un tiempo, y con alguna que otra penuria, logramos eliminar 10 kilos, pero en éste punto, aún a pesar de mantener la disciplina férrea con la que comenzamos, la imposibilidad de perder más kilos se manifiesta como una barrera infranqueable; parece que lo que antes nos había servido, ahora muestra una ineficacia tal que comenzamos a sentirnos frustrados. Es precisamente en éste punto donde se empiezan a mostrar con mayor amplitud los síntomas mencionados anteriormente, y donde las posibilidades para abandonar comienzan a plantearse con mayor vehemencia, hasta que finalmente nuestra motivación se ve incapaz de luchar contra las resistencias internas de nuestro propio organismo y se entrega doblegada a las inercias que éste impone. Volver nuevamente al los 100 kg, es como coger un ascensor al octavo piso , pero en lugar de parar en la planta deseada éste nos lleva a un nivel superior. Éste ciclo puede repetirse de forma indefinida, mermando nuestra capacidad, alterando nuestra homeostasis y resintiendo finalmente nuestra salud.

  Creo que tenemos un pensamiento erróneo de lo que ocurre realmente. Nuestro punto de equilibrio, después de perder peso, sigue siendo aún el mismo que teníamos al inicio de nuestra dieta, ¿qué quiere decir ésto?, sencillamente que la tendencia es volver a él, nuestra homeostasis muestra una resistencia al cambio, y éste punto es crucial para entender todo el proceso. Cuando llegamos a la máxima elongación de nuestra goma, no nos queda más remedio que mantener esa tensión el máximo tiempo posible; no se impone continuar con más pérdida de peso, tan solo consolidar las ya producidas, cuanto más tiempo nos mantengamos en nuestro nuevo peso, más posibilidades tendremos de desplazar nuestro punto de equilibrio a la nueva situación. ¿Cuánto tiempo he de permanecer en el nuevo peso?, creo que ésto es una cuestión subjetiva, pero por regla general, cuando todos los síntomas de desequilibrio desaparecen podríamos dar por finalizado nuestro primer asalto y encontrarnos nuevamente en disposición de comenzar otro "round" si ese fuese nuestro deseo. En resumidas cuentas se podría decir que se trata de un proceso constante de perder y mantener.

  A la inversa también funciona éste proceso de homeostasis; cuando por diversos motivos, durante un tiempo determinado mantenemos un consumo acrecentado de calorías, puede traducirse finalmente en un aumento de nuestro tejido adiposo, si no tomamos las medidas oportunas con celeridad, corremos el riesgo de desplazar nuestro punto de equilibrio al nuevo peso, lo que supondrá, en definitiva, una mayor resistencia a un futuro adelgazamiento.

  Las etapas de consolidación se muestran como la herramienta más eficaz para desplazar nuestro punto de equilibrio, de tal manera que si hemos cogido algunos kilos de más, evitaremos que consoliden perdiéndolos rápidamente, y si por el contrario los hemos perdido, nos mantendremos en el nuevo peso hasta desplazar nuestro punto de ajuste, y así de éste modo encontrarnos en mejor disposición para comenzar otra andanada a la baja si fuese necesario.

 Ya para terminar, indicar que en todo éste proceso de pérdida y consolidación, el ejercicio físico y más concretamente el entrenamiento de resistencia se convierte en una ayuda inestimable. Cuando a nuestra pérdida de peso, la acompañamos del entrenamiento adecuado, principalmente el diseñado para aumentar nuestra masa muscular, vamos a reducir nuestro tiempo de consolidación de forma abrupta, de tal forma que nuestra espera en ésta fase disminuirá notablemente,( tema de otro post). Y éste punto es fundamental para evitar que la motivación, motor importantísimo de éste proceso, se vea perjudicada por esperas demasiado largas.



No hay comentarios:

Publicar un comentario