sábado, 20 de abril de 2013

DIGESTIÓN DE LOS ALIMENTOS

  Ayer vimos como dos focos de inflamación orgánica podrían provenir del propio tejido adiposo así como de  nuestro sistema digestivo; mantener un porcentaje bajo de grasa y una salud intestinal adecuada se configuran como una estrategia para prevenir futuros problemas de salud.

  El fino proceso de digestión comienza en la boca con el proceso de masticación, de tal forma que al hacerlo adecuadamente trituramos los alimentos y la PTIALINA enzima presente en la saliva comienza la degradación de los almidones. Al llegar al estomago se mezcla con el ÁCIDO GASTRICO (HCL) y la PEPSINA (enzima encargada de la degradación de la proteína); éste ácido es de suma importancia para todo el proceso digestivo, de tal forma que proporciona el PH adecuado para que la pepsina pueda actuar correctamente, es decir si el ph es demasiado alto, (alcalino en lugar de ácido) la producción de pepsina es menor, con lo que no se produce una adecuada degradación de la proteína en péptidos y aminoácidos, pero además la descomposición de los carbohidratos se deteriora debido a que una baja producción de HCL no estimula adecuadamente la producción de enzimas pancreáticas en el intestino delgado. Las consecuencias de todo ésto son las siguientes:



-Proteínas que no son degradadas en el estómago pasan al intestino donde pueden producir putrefacción, hinchazón, gases y ardor de estómago, pero también aumentan las probabilidades de que  ésas mismas proteínas puedan pasar al interior de la circulación sanguínea, provocando que nuestro sistema inmune cree los correspondientes anticuerpos provocando alergias y reacciones autoinmunes.

-La degradación de los hidratos al no realizarse adecuadamente posibilita un mayor sobrecrecimiento bacteriano, lo que a su vez trae una serie de consecuencias importantes para la salud. Éste metabolismo acrecentado de nuestras bacterias nos reintegra más energía de los hidratos de carbono en forma de ácidos grasos de cadena corta, que de otro modo hubiese sido desechado, posibilitando un mayor aumento de tejido adiposo, pero además las toxinas generadas por dicho metabolismo, tienen la posibilidad de alterar la permeabilidad intestinal, favoreciendo la entrada de proteínas en el torrente sanguíneo, como ya hemos visto en el punto anterior.

-Muchas de los patógenos presentes en los alimentos, debido a la baja producción de HCL logran sobrevivir presentándose en el intestino delgado, posibilitando su entrada en la circulación sanguínea. La pepsina destruye también los PRIONES, que son proteínas patógenas (como las causantes de la enfermedad de las vacas locas), diferenciándose de los virus, bacterias y hongos en que no tiene ácidos nucleicos sólo son aminoácidos.

-La escasa degradación de los alimentos que se padece en ésta situación impide la correcta asimilación de las vitaminas y minerales presentes en los mismos degradando aún más todo éste proceso.

-La baja producción de HCL también provoca la deficiencia de una proteína denominada "factor intrínseco de la mucosa gástrica", ésta proteína capta una molécula de vitamina B12 (fundamental para la maduración de los eritrocitos) y lo transporta a las células intestinales donde unida a otras proteínas, llamadas transcobalaminas, es finalmente llevado a los tejidos periféricos.

Las causas más comunes que suelen estar detrás de una pobre producción de ácido clorhídrico suelen ser las siguientes:

-La EDAD, cuanta más años se tiene menos producción de HCL.
-El consumo escaso de proteínas.
-El uso de antiácidos.
-El ESTRÉS CRÓNICO. En ésta situación el organismo corta la secreción de ácido en el estomago y además inhibe la digestión. El cuerpo lo que trata es ahorrar recursos, por lo que además de inhibir la producción de HCL recorta el engrosamiento celular  de las paredes del estomago, el problema radica que una vez resuelto el problema de estrés y al volver al segregar ácido las paredes no serán igual de eficaces.

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