sábado, 20 de abril de 2013

DIETA ALTA EN GRASAS Y RESISTENCIA A LA INSULINA

El otro día vimos como los ácidos grasos que se infunden en el interior de la célula tienen la posibilidad de inducir resistencia a la insulina, pero principalmente cuando se almacenan como diacilgliceroles, ceramidas o acil CoA de cadena larga, parece ser que lo que contribuye a ésta forma de almacenamiento son niveles elevados del Factor de Necrosis Tumoral alfa así como la Interleuquina 6 (IL-6) que son las citoquinas inflamatorias.

Por tanto la combinación inflamación y ácidos grasos aumentados podría estar detrás de la patogénesis del Síndrome Metabólico. Como vimos las personas obesas tienen una mayor predisposición a que ésto ocurra, pero con una dieta alta en grasas, ¿no podría ocurrir lo mismo?, la respuesta es sí. De hecho hay estudios que así lo demuestran. En éste sentido, ¿podríamos entender que una dieta cetogénica podría conducirnos a padecer resistencia a la insulina y posteriormente a todos los problemas asociados a ella?. No, aunque hay que tener en cuenta unas serie de consideraciones.




-Primero.- Una dieta alta en grasas, siempre ha de ser baja en hidratos. Una dieta elevada en grasas y azúcares, es lo más nefasto que puede hacer cualquier persona por su salud. Hemos de entender que en ésta situación, los niveles de insulina pueden ser altos, lo que activa la enzima Acetil-Coa Carboxilasa (ACC), que cataliza la conversión de Acetil CoA a Malonil CoA, y niveles altos de ésta última inhiben la entrada de ácidos grasos a la mitocondria para que pueda ser oxidados, aumentando de éste modo la concentración  de ácidos grasos en la célula que podrían almacenarse como los intermediarios ya descritos favoreciendo la resistencia a la insulina.

-Segundo.-Una dieta cetogénica, tampoco debería ser muy alta en proteínas. Ésto es así precisamente por la alta capacidad de la proteína de elevar los niveles de insulina, que como ya hemos visto en otras ocasiones, puede ser incluso superior a los hidratos de carbono. Por tanto es mejor una dieta alta en grasas y moderada en proteínas.

-Tercero.- Dada la relación entre la inflamación y la forma en que se almacenan los ácidos grasos en el organismo, es importante reducir los niveles de inflamación. Y un foco de inflamación suele venir habitualmente de nuestros intestinos, por lo que habrá que prestar atención a éste extremo antes de comenzar una dieta cetogénica.

-Cuarto.- El tipo de ejercicio es fundamental; lo que a nosotros nos interesa es que los ácidos grasos sean oxidados lo más rápidamente posible, por tanto daremos prioridad a la actividad que más oxida grasas, es decir, el entrenamiento aeróbico de baja intensidad que es el que más involucra las fibras rojas, ricas en mitocondrias. Hay que tener en cuenta que a medida que aumentamos la intensidad de nuestro entrenamiento, se genera más Acetil CoA, procedente del Piruvato, llegando a exceder la capacidad del ciclo de Krebs para utilizarlo, ésta acumulación de Acetil CoA (procedente de la vía glucolítica), reduce los niveles de carnitina libre al formarse Acetil carnitinas, dificultando el paso de ácidos grasos a la mitocondria (la carnitina es el transportador de los ácidos grasos de cadena larga al interior de la mitocondria). Además, los ejercicio de intensidad elevada aumentan el lactato, de tal forma que se disminuye el PH, y se inhibe igualmente la beta oxidación. Por otro lado, la acumulación de ácidos grasos y otros peróxidos en la mitocondria podría dañarla y disminuir su número con el tiempo, algo que no haría más que empeorar las cosas. Por tanto, mientras se realice una dieta cetogénica, hemos de mantenernos activos durante la mayor parte del día, realizaremos ejercicios aeróbicos suaves para inducir la mayor oxidación de grasas (también se pueden realizar entrenamientos intensos, pero éstos no deben excluir a los aeróbicos).

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