jueves, 21 de noviembre de 2013

PALEODIETA, ¿UNA DIETA DE MODA?

      Muchos de los que llegan a la paleodieta, lo hacen tras infructuosos esfuerzos por desembarazarse de cierto sobrepeso que han podido acumular a lo largo del tiempo; no sería infrecuente, por tanto, encontrar personas con cierta experiencia en el proceloso mundo de las dietas, algo que sin duda supone un punto negativo en cuanto a su estabilidad hormonal se refiere. Es cierto, la paleodieta, para muchos, podría ser una dieta más con la que intentar recuperar aquella figura esbelta perdida con el paso de los años. Pero no,  no se trata de una dieta más, es simplemente la alimentación intrínseca al ser humano; por tanto, NO ES UNA DIETA MILAGRO, aunque muchos médicos y nutricionistas pueden tener una visión totalmente distinta, y por supuesto tergiversada de lo que realmente es, por ello, miserablemente, la suelen catalogar como la dieta de los famosos o moda pasajera que es realizada por algunos "entusiastas"con el fin de recuperar el peso tras ciertos excesos cometidos como parte de una vida ajetreada y moderna.

       Pero a lo que vamos, la paleodieta es algo más que un simple régimen alimenticio, y de fines mucho menos pretenciosos que la de ser considerada como "dieta milagro". Efectivamente, la paleodieta va más allá del simple enunciado de diferentes recetas de comida a realizar a lo largo del día  y por supuesto también se aleja de aquellas dietas que ofrecen rápidas pérdidas de peso.

       No solamente es una cuestión de recetas, que también, es más bien una cuestión de alimentos, pero no solo de ellos...La actividad física, para mí (esto es discutible), se constituye en un pilar básico de la paleodieta. Intentar alcanzar el pleno potencial y la figura humanizada que nos corresponde requiere de esfuerzo físico, justo y proporcionado. Los alimentos naturales y primitivos, son el otro pilar, ¿cuál es el más importante?, ambos lo son, pero sin duda sin el primero no se obtienen los máximos beneficios de los segundos. Y aquí entramos en la cuestión hormonal. Muchas de las dietas milagros se basan exclusivamente en alimentos como forma de lograr reducir el peso, y eso está bien, pero necesitamos algo perdurable, y éstas, por regla general no lo son; es cierto, la gran mayoría volverá a recuperar el peso perdido y algo más. Por tanto, la prisas no deben ser parte de nuestro objetivo cuando se trata de perder peso. Necesitamos tiempo, y eso es algo que todos debemos  saber cuando nos decidimos a cambiar unos hábitos nocivos por otros más saludables. ¿Cuanto tiempo?, mucho, quizás unos cuantos años. Primero debemos arreglar la cuestión hormonal, y esto, es bastante complicado, pero sin ello, nunca podremos lograr un objetivo altamente perdurable. El ejercicio es la píldora que equilibrará nuestro sistema hormonal para que este comience a remar en la dirección y sentido correcto, facilitando con ello, que nuestros esfuerzos dietéticos tengan finalmente su merecida recompensa.

      Pero no vale cualquier actividad física, ni el exceso de esta para lograr  esos supuestos beneficios, al menos al principio. La cuestión hormonal es algo de suma complejidad que necesita de progresividad. El deporte debe ser considerado como un medicamento que se empleará en dosis bajas al principio para ampliarlo en la medida que nos hacemos tolerantes al mismo. El exceso de dosis puede anular completamente los pretendidos beneficios al impactar con un sistema hormonal completamente desequilibrado.

    ¿Qué desequilibrios son esos de los que hablo?.



1.-Exceso de cortisol visceral.- Efectivamente la grasa visceral expresa una enzima, la 11ß HSD-1, que convertiría la cortisona (inactiva) en cortisol (activo), lo que impediría la pérdida de grasa al repercutir en la diferenciación de los adipocitos, perpetuándonos en el estado de obesidad

2.-Disminución de la testosterona total.-La disminución de los niveles de testosterona podría estar explicada por determinadas enzimas presentes en el tejido adiposo como la aromatasa que cataliza la conversión de testosterona a estradiol, y la de androstenediona a estrona, es decir, andrógenos por estrógenos. También parece que existe una mayor inactivación de la dihidrotestosterona (DHT),el andrógeno más potente, debido a otra enzima presente en el tejido adiposo visceral y subcutáneo la adoketoreductasa 1C.

3.-Disminución de la hormona del crecimiento.- La disminución de la hormona del crecimiento puede proceder de dos vías principalmente. En primer lugar, hay que tener en cuenta la resistencia a la insulina que veremos en el punto siguiente. La resistencia hepática a la insulina aumenta la lipólisis, es decir, se liberan más ácidos grasos del tejido adiposo a la circulación, lo que podría inhibir la secreción de la hormona del crecimiento. La segunda vía, aunque no del todo dilucidada, es debido a una menor secreción nocturna, algo que podría ser explicado por la apnea obstructiva del sueño que suelen presentar muchas personas en función de la obesidad que disminuye la calidad del sueño. Parece ser que la disfunción del eje hipotálamo-hipófisis, donde se produciría aun aumento de la somatostatina (inhibe la HG) estaría detrás de esta cuestión.

4.-Resistencia a la insulina.-De la resistencia a la insulina, hemos hablado largo y tendido, pero un desequilibrio en el metabolismo de la glucosa, propicia una secreción aumentada de la insulina, la cual impide el uso eficaz de los ácidos grasos, siendo realmente difícil perder grasa mientras sus niveles sean elevados, debido a la inhibición que produce sobre los transportadores de carnitina.

5.-Resistencia a la leptina.-Esta hormona es secretada por los adipocitos, en función de la cantidad de grasa almacenada, de tal forma que informaría al hipotálamo de las reservas energéticas disponibles y propiciaría una serie de acciones con el fin de aumentar el gasto y disminuir el apetito (inhibición neuropéptido Y) si estas fuesen elevadas. El problema observado a las personas obesas es que a pesar de las cantidades excesivas de esta hormona no se observa por ello un aumento del gasto, por lo que se supone la existencia de una resistencia hormonal.

6.-Aumento de la hormona TSH y T3.- Esto puede ser positivo, pues la tiroides regula el metabolismo general, y en una situación de sobrepeso, aumentar el gasto puede ayudar a mitigar los efectos una dieta excesivamente calórica, en este sentido leptina y hormonas tiroideas están bastante relacionados, la forma de aumentar el gasto sería mediante el aumento de las proteínas desacoplantes  en las mitocondrias del tejido graso (principalmente parda) y tejido muscular, favoreciendo la termogénesis. Pero en una situación de resistencia a la leptina este proceso no se llevaría a cabo por lo que esta inestimable ayuda podría verse suprimida.

   Estos son unos meros ejemplos de ese desequilibrio a nivel hormonal que produce el sobrepeso y la obesidad. Los trastornos pueden ser más o menos graves, pero lo que sí debemos tener presente es que este desaguisado hormonal no ser arregla en cuatro días, necesitamos paciencia y progresividad para alcanzar una meta que sea definitiva. Los viajes de ida y vuelta que propician las dietas milagros, son nefastas para nuestro organismo, y no solo acaban dilapidando nuestra salud física sino también emocional. Muchas veces los ideales son positivos pues nos hacen avanzar en una dirección, a priori, adecuada, pero también ellos encierran un elemento siniestro que puede sumirnos en una profunda frustración al referenciar imágenes de nosotros mismos que serán empañadas por la crudeza de un presente que se opondrá, con toda seguridad, a la consecución de aquellos loables fines. No pensemos que el camino dibujado en pos de nuestras metas será sencillo y lineal, más bien dibujará dientes de sierra escarpados y duros en un constante zig-zag que nos hará perder las referencias de nuestra exacta dirección,  pero sin duda, si nuestros ideales eran firmes, este último camino será el que nos lleve hasta el final de nuestro recorrido.

3 comentarios:

  1. Hola Carlos, te escribo sobre algo que no tiene que ver con este artículo en concreto, espero que no te importe, llevo poco con la paleo, y cuanto más leo y más me informo más convencido estoy. Pero hay una cosa que me resulta contradictoria: NO A LAS LEGUMBRES. Hablamos de judías pintas, fabes, judías negras, blancas, garbanzos, lentejas ¿verdad?. Sin embargo la Paleo dice: SÍ A LAS VERDURAS. Las -legumbres-, tal y como las llamamos, en general proceden de unas vainas, las cuales, cuando están verdes nos las comemos dándolas el nombre de -verduras-. Por ejemplo, las judías pintas son el interior de las judías verdes una vez que se han secado.y les ha dado tiempo a llegar todo el alimento de la planta. Sin embargo, se rechaza la judía seca, y no la judía verde (aún más pobre en alimento si cabe). ¿Por qué siendo el mismo alimento, se rechaza una vez está seco? En ambos casos se tiene que someter a un proceso de calor para ser comido: cocerlas o freirlas. En el fondo son igual que muchos frutos secos, en que nos comemos todo menos la cáscara que los envuelve. Igual ya has escrito sobre esto y se me ha pasado por alto, pero no lo veo.

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    1. ¡Hola Héctor!, no te preocupes que no sea exactamente el tema tratado en este post, pero, ¿hablamos de paleodieta?, sí, ¿verdad?, pues entonces bien está. Veamos, lo que te surge es una duda bastante razonable, y estoy seguro que no eres al único que se le ha planteado. Judías verdes, pintas, blancas..., son legumbres, aunque la primera sea considerada habitualmente como verdura, y como tal la "paleodieta lo considera inapropiado", para no extenderme mucho te remito a un post donde traté parcialmente el asunto http://nutrientrena.blogspot.com.es/2013/06/empezar-paleodieta.html. Como ves lo pongo entre comillas, porque en definitiva la dieta paleo no es un ser animado, con capacidad de enjuiciar, je,je, digamos que hay ciertos teóricos que han pergeñado unas directrices básicas, entre las que se encuadra la limitación-exclusión de los mismos.Los principales argumentos en su contra son, que se trata de un alimento perteneciente al neolítico (igual que los cereales) y que por tanto no formó parte de la alimentación de ser humano durante la mayor parte de su evolución; su alto contenido en lectinas; la presencia de un oligosacarido llamado rafinosa que los hace difíciles de digerir, provocando flatulencia y gases; así como una serie de antinutrientes como el ácido fítico que interfiere en la absorción de ciertos minerales; además de ser muy denso en nutrientes y provocar una respuesta elevada de la insulina..., ¡ojo!, que todo esto también es aplicable a los cereales y ciertos frutos secos..., pero dicho todo esto, ¿debes consumirlos?, bueno yo creo que eso es una decisión tuya, ¿vas a salirte de la paleodieta por hacerlo?, no lo creo si las tomas con cierta moderación. Particularmente, no las consumo, aunque sí de vez en cuando las judías verdes (poco), pero entiendo que cada persona puede tener su opinión particular al respecto.

      ¡Un saludo!

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