viernes, 6 de diciembre de 2013

¿EL CAFÉ ENGORDA?

    Muchas veces, nos podemos preguntar cómo es posible que esos michelines antiestéticos que suelen acumularse en los abdominales inferiores no desaparecen a pesar del mucho esfuerzo y empeño que ponemos en ello. Bueno, seguro que existe una buena explicación, otra cosa es que demos con ella. Generalmente, cuando nuestro principal acumulo de grasa resistente se manifiesta en esta zona, yo suelo pensar casi siempre en cortisol elevado. Pero el cortisol elevado debería dar lugar a otra serie de síntomas:

-Cansancio.
-Irritabilidad
-Problemas de sueño.
-Pérdida de masa muscular.
-Alergias.
-Infecciones.
-Mala memoria.

    El problema de toda esta sintomatología es que es tan ambigua que no es de extrañar que nos podamos sentir reflejados con todos o con algunos de los anteriores. No es preocupante, si son transitorios u ocasionales; otra cosa bien distinta es cuando perduran en el tiempo. Si este último caso fuese el nuestro, no podemos cruzarnos de brazos esperando que la situación mejore sola (que también podría ocurrir). Pero es cierto, que en muchas ocasiones nuestros objetivos centrados en la pérdida de peso pueden añadir mucho estrés en nuestra vida. Efectivamente, dieta y entrenamiento pueden constituir dos de las circunstancias claves para aumentar los niveles de cortisol. El exceso de entrenamiento, la drástica reducción de calorías y/o la implementación de ayunos pueden perpetuarnos en un estado físico que podría mantenernos alejados del ideal buscado, (más aquí). Aunque también hay veces que otros pequeños detalles, que suelen pasar desapercibidos, podrían explicar por sí mismo ciertos estancamientos observados en relación a la pérdida de peso. En este una bebida ampliamente consumida podría estar detrás de esa imposibilidad de alcanzar el grado de definición perseguido. Me refiero al café.

   El café suele ser una bebida ampliamente consumida durante las jornadas de ayuno haciendo más llevaderos las horas de inanición al reducir los síntomas de cansancio y sueño (quizás porque no dormimos bien). Pero es posible que el café pudiera tener unos efectos no esperados en relación a la pérdida de peso. En un principio la activación del sistema simpático puede propiciar una mayor liberación de ácidos grasos del tejido adiposo debido al efecto de la adrenalina sobre dicho tejido, estos ácidos grasos al entrar en la célula serían oxidados en la mitocondria para producir energía, lo que aumentaría en definitiva la quema de grasas. Pero muchas veces la teoría se contrapone con la realidad, y muchas situaciones particulares pueden hacer de la cafeína una bebida adipogénica, ¿cómo es posible?, la respuesta está precisamente en el cortisol. Efectivamente, la cafeína no solo aumenta la concentraciones de adrenalina sino también de cortisol. Y aquí es donde podría estar la oposición encontrada en la pérdida de peso. El café puede mantener elevados los niveles de cortisol, máxime si es complemento de dietas restrictivas, ayunos intermitentes y entrenamiento intensos, por lo que en lugar de obtener los presumibles beneficios que nos otorgaría una taza de café, estaríamos añadiendo un factor más que jugaría en contra de nuestro físico (sin mencionar nuestra salud). Por tanto, si a pesar de los muchos esfuerzos por perder la grasa abdominal, observamos que nuestros michelines no desaparecen y además percibimos los anteriores síntomas (todos o algunos), creo que en definitiva el café podría ser la pieza clave que podría estar impidiendo ir más allá.

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