miércoles, 26 de febrero de 2014

VITAMINAS, ¿SI O NO?

Vitaminas, ¿si o no?. Siempre se ha pensado que determinadas vitaminas consumidas de manera individual o en preparados multivitamínicos podrían ser efectivos para prevenir enfermedades mejorando con ello la salud. Pero recientes estudios parecen enfriar los ánimos de quienes recurren a estos suplementos con el fin de evitar determinadas enfermedades como pueden ser las de corazón o el propio cáncer. Inclusive apuntan efectos negativos de vitaminas como la E o el beta-caroteno, al aumentar el riesgo de cáncer de pulmón en personas con cierta predisposición.

      Mi opinión es que no se deberían consumir vitaminas o multivitamínicos sintéticos tan alegremente si no hay una razón que lo justifique, como podría ser una carencia determinada, pero si fuese el caso, esto me llevaría a preguntarme el porqué de esta deficiencia... Si es por una alimentación artificial y/o carente de nutrientes, ya sea por una dieta restrictiva o por el consumo de preparados alimenticios que poco tienen que ver con la comida real, ya sabría por donde actuar para mejorar esa cuestión. Pero si presento muchos problemas de tipo intestinal, con ardores, inflamaciones, gases, etc, etc, que en muchas ocasiones me hacen recurrir al consumo de antiácidos como el omeprazol, pensaría en problemas de tipo intestinal propiciados, seguramente, por una disbiosis intestinal, cuya salud es fundamental para la síntesis y absorción de determinadas vitaminas.

    Pero si a pesar de mejorar la dieta y/o la flora intestinal, necesitase aún recurrir al consumo de algunas vitaminas concretas (por continuar la carencia), lo haría ya con total tranquilidad, pero miraría antes, si mi actividad física no estaría siendo tan sumamente exigente que en lugar de reportarme un supuesto beneficio me esté ocasionando simplemente, ¡DESGASTE!.



http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/24566474
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/24477002
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/24482460

martes, 25 de febrero de 2014

PERSIGUIENDO UN SUEÑO

   No hay nada bueno y nada malo en las hormonas, ellas simplemente regulan nuestra homeostasis en función de las circunstancias. En este caso, el hipotálamo podría ser considerado como el director central que regula y procesa la información de los diferentes tejidos periféricos y orquesta una respuesta coordinada y armoniosa con el fin de establecer un equilibrio que asegure la vida.

   Pero en muchas ocasiones, el sonido estridente provocado por la dominancia de una o varias hormonas sobre el resto, procura una melodía para nada armoniosa que nos lleva a culpabilizar a los causantes de este desagradable estropicio. Pero no debería existir culpa a quien no tiene intención de dañar, el simple descollar de algunas de ellas tiene como misión evitar que la melodía de la vida se apague progresivamente, tratando de mantener el normal desempeño de las funciones orgánicas, aunque el resultado pueda parecer, a priori, desalentador.

domingo, 16 de febrero de 2014

DIETA CETOGÉNICA Y MICROBIOTA INTESTINAL.

   Cada vez son más los estudios que parecen indicar una amplia relación entre la dieta y la microbiota intestinal. La alimentación, de este modo, puede producir  cambios en el número de bacterias, propiciando un aumento o reducción en la proporción de determinadas familias, con repercusiones importante para la salud (La enfermedad empieza en el intestino)
   
Las principales colonias de bacterias encontradas en el intestino humano son las siguientes:
  • FIRMICUTES (38'8%). Principalmente gram-positivos. Donde destaca el lactobacilo, que se encarga de transformar la lactosa en ácido láctico; y el Clostridium.
  • BACTERIOIDETES, (27'8%). Gram-negativos. Incluye bacteroides, prevotella, etc
  • ACTINOBACTERIAS (8'2%). Gram-positivos. Donde se encuentra el género Bifidobacteria.
  • PROTEOBACTERIAS (2'1%)
  • VERRUCOMICROBIA (1'3%)

miércoles, 12 de febrero de 2014

SOBREENTRENAMIENTO Y PÉRDIDA DE PESO

    Este post puede ser considerado como la continuación del anterior. Muchos de los que me leéis habitualmente sabéis la importancia que le doy a un tipo de entrenamiento del que la gran mayoría de la gente suele rehuir (principalmente aquellos que se encuentran enfocados en el fitness o el culturismo), me refiero al aeróbico prolongado de moderada intensidad. El temor, ampliamente extendido, a perder masa muscular cuando uno se ejercita de este modo, hace que se tienda a buscar un alto grado de definición utilizando con exclusividad la dieta y el entrenamiento anaeróbico, y esto podría ser también adecuado, pero sin ciertos matices podríamos encontrarnos en un camino equivocado.

   No es infrecuente observar como muchos de los amantes del aeróbico prolongado exhiben un físico fino en su conjunto, pero examinados de cerca, algunos presentan una baja calidad muscular y un porcentaje de grasa corporal algo elevado (por decir algo suave). Está claro que no siempre es así, y también los hay muy definidos y con buen tono, pero qué casualidad que estos suelen ser los menos y los que mejor rendimiento físico presentan. Bueno, esto que percibo yo, seguro que también lo habréis podido observar vosotros, y si no, sólo tenéis que ver alguna de las emotivas clases de spinning que suelen impartirse en cualquier gimnasio o simplemente ver una carrera popular. No critico con ello ninguna de las dos actividades, pero es cierto que ver mes tras mes a los mismos y entusiastas corredores o ciclistas manteniendo el mismo físico, es motivo más que suficiente como para replantearse su utilidad, al menos en lo que a pérdida de peso se refiere (aunque no todo es perder peso, ¿no?). Pero que duda cabe,  que cuando uno contempla con igual dedicación a los entusiastas del hierro, el mismo panorama suele apreciarse. En este caso abundan cuerpos voluminosos que al ser observados con detenimiento se aprecia una masa muscular incipiente recubierta de una buena cantidad de grasa subcutánea. Pero con el paso del tiempo este físico suele mantenerse con muy poca variación. ¿Entonces?.

    Esta es la pregunta clave, ¿qué se supone que debemos hacer?. La respuesta: jugar con nuestras hormonas, o mejor dicho, evitar la dominancia de las implicadas en el catabolismo y la ralentización del metabolismo y empujar a las encargadas del anabolismo y el aumento del gasto para que adquieran una mayor relevancia. Al final estamos hablamos de cortisol, hormonas tiroideas, testosterona y hormona del crecimiento (entre otras)

  Siempre tendemos a considerar el cortisol como la hormona villana, y en cambio, la testosterona y la hormona del crecimiento como las salvadoras, pero esta simple reducción nos lleva a cometer errores de apreciación. Ni el cortisol es sumamente malo ni la testosterona y hormona del crecimiento son la panacea para todo, de hecho, aquellos que tratan de mantener artificialmente sus beneficios podrían obtener por contra efectos deletéreos en la salud (aquí), (aquí), (aquí), (aquí), (aquí),(aquí). En el post anterior hablamos de la relación inversa entre los niveles de cortisol y testosterona, de tal forma que el aumento del primero produce la disminución del segundo (también inhibe la hormona del crecimiento). Sabemos, por poner un ejemplo, que en la obesidad se produce de forma "natural" un aumento de las concentraciones de cortisol y por contra la testosterona y la hormona del crecimiento se encuentran disminuidas. La explicación a este fenómeno ya vimos que puede estar provocado por la excesiva conversión de testosterona en estradiol (por la enzima aromatasa ampliamente expresada en tejido adiposo) además esta última ejerce un mecanismo de retroalimentación negativa a nivel hipotalámico que impide la segregación de GnRH y disminuyendo, por tanto, la producción de hormona luteinizante a nivel hipofisario y consecuentemente regulando a la baja la producción de testosterona por las células leydig en los testículos.


(Foto obtenida de http://www.nutridesk.com.au/)

   
 Significa esto, que una dominancia del cortisol plasmático tendrá las siguiente consecuencias:
  • Descenso de la testosterona al inhibir la gonadotrofina (no interesa reproducción)
  • Estimulación de la somatostatina (contraria a la HG) e inhibición de la hormona del crecimiento
  • Reducción de IGF-1, que es un factor anabólico que es estimulado por la propia hormona del crecimiento.
  • Ralentización del metabolismo al inhibir directamente las secreción de la hormona estimulante del tiroides (TSH), e impidiendo además que la hormona T4 (inactiva) se transforme en T3 completamente activa, al suprimir la acción de la enzima 5'deiodinasa encargada de ello.
  • Aumento del catabolismo muscular y disminución de la síntesis de proteínas. El transporte de aminoácidos al hígado tendrá como función principal crear nueva glucosa (gluconeogénesis).
   Pero los efectos del cortisol no deben ser considerados como extremadamente nocivos, también produce una rápida movilización de los lípidos acumulados con el fin de poder ser utilizados en la obtención de energía, además los niveles plasmáticos de glucosa elevados que ella propicia, asegura que tampoco falte este sustrato; aunque en realidad, su menor consumo por parte de la células musculares y/o adiposas sugiere su preservación para el cerebro (principalmente en situación de ayuno). Además actúa como antiinflamatorio, algo importante para mediar en caso de traumatismo, infección, cirugía, etc, evitando una sobrereacción del sistema inmunológico. Resumiendo, su función es preparar al organismo para una situación crítica eliminando toda actividad que pueda ser considerada superflua para dicho fin.

    Bueno, ¿y todo este rollo para qué?. Cuando tratamos de adelgazar manteniendo la masa magra debemos entender que debe existir un equilibrio entre los factores anabólicos y catabólicos, premisa fundamental para que se produzca la tan ansiada supercompensación. Pero un exceso de factores estresantes, y no exclusivamente motivados por el propio entrenamiento, pueden llevar la balanza justamente al lado opuesto a nuestras pretensiones. La obesidad, el estrés psicológico o emocional, una dieta restrictiva o poco nutritiva, o cualquier tipo de patología previa, suponen ya un gravamen, antes incluso de coger una misera mancuerna. Ahora, sin tener en cuenta lo anterior, nos lanzamos entusiasmados al entrenamiento, hasta que pasados 6 o 7 meses, percibimos no solamente que nuestro físico no ha mejorado ni un ápice, sino que nos encontramos terriblemente exhaustos, con las articulaciones ligeramente doloridas, el rendimiento disminuido, algo más de grasa en la zona abdominal  y además nos hemos resfriado varias veces...,entonces, ¿qué se supone que puede ser mejor para conseguir un físico pulido, musculado y altamente funcional...?, ¿el entrenamiento aeróbico prolongado de moderada intensidad o tal vez los entrenamientos de alta intensidad?. La respuesta es: ambos, pero en su justa medida.

   El entrenamiento aeróbico de moderada intensidad debe ser de moderada intensidad, esto no es una perogrullada, hay  quienes realizan una clase de spinning y en lugar de centrarse en la mejora del sistema aeróbico permanecen la mayor parte obteniendo la energía de la glucolisis anaeróbica..., sus caras exhaustas, así lo denota. Lo mismo puede observarse con muchos corredores populares. Además, para propiciar un mayor uso de lípidos como fuente de energía se debe procurar que los niveles de glucosa en sangre se encuentren bajos, y lo mismo ocurre con los niveles de insulina. Pero una simple comida rica en carbohidratos horas previas a nuestro evento deportivo reducirá enormemente el uso de las grasas como fuente de energía y máxime si las intensidades empleadas son tan elevadas que lo que se está fomentando es la "quema" de glucógeno en lugar de los ácidos grasos plasmáticos o triglicéridos intramusculares. Tampoco ayuda en este sentido las bebidas energéticas consumidas durante el ejercicio, ¿acaso son necesarias?, es posible que puedan tener "cierta utilidad" para todos aquellos que pretenden mejorar su rendimiento en periodo competitivo, pero la gran mayoría de los que entrenan lo hacen por fines distintos al del aquellos desaconsejándose su uso, máxime si nuestra prioridad está centrada en la quema de grasas. Hemos de entender que muchas de estas bebidas vienen cargadas de azúcares lo que automáticamente desviará nuestro metabolismo hacia la oxidación de este sustrato. Por otro lado, para lograr la oxidación eficaz de las grasas necesitamos un aumento de la capacidad mitocondrial, algo que solo se desarrolla cuando las fibras rojas tipo I son entrenadas adecuadamente. Cuanto mayor sea la cantidad y calidad de estas centrales eléctricas, mayor posibilidad habrá de oxidarlas completamente. Pero cuando aumentamos dramáticamente la intensidad del entrenamiento, además de producir un desplazamiento en la oxidación del sustrato energético,  estaremos propiciando incrementos en los niveles de cortisol. Esto en principio es normal, pero si día tras día nos empeñamos en estar forma de trabajar, acabaremos manteniendo niveles anormalmente elevados de esta hormona. Esto tiene una serie de consecuencias, entre las que destaca, como ya hemos visto, el catabolismo muscular, la redistribución de las grasas concentrándose en la zona abdominal, menor síntesis de glucógeno, aumento de la glucosa hepática, resistencia a la insulina y disminución de la tasa metabólica. Todo esto nos imposibilita para poder seguir adelgazando con eficacia.

  Pero los que prefieren el entrenamiento HIIT como la mejor forma de definir y mantener una masa muscular adecuada, podrían obtener los mismos pobres resultados. No es de extrañar; tanto los HIIT, como las rutinas convencionales de pesas, podrían estar abusando drásticamente de las intensidades elevadas, y disparando con ello los niveles de cortisol de manera permanente. Las superseries, series gigantes, series descendentes y los mínimos tiempos de descansos entre series son recursos ampliamente utilizados como forma de aumentar la intensidad de entrenamiento. Pero, cuando diariamente nos movemos dentro de esta dinámica, no tardaremos en apreciar, en primer lugar, una ralentización de los progresos y posteriormente un estancamiento. Esta pérdida de rendimiento es la antesala del sobreentrenamiento. Si a esta elevada intensidad le añadimos además entrenamientos prolongados los resultados negativos serán más evidentes.


  Creo finalmente que cualquier rutina enfocada en el rendimiento y en la mejora de la composición corporal debe utilizar ambos sistemas pero en las intensidades adecuadas. El aeróbico moderado debe ser ejecutado en unas pulsaciones que oscilen de modo prioritario entre las 120-140. No quiere decir que no se deba abondar dicho rango bajo ningún concepto, pero por regla general será donde permanezcamos la mayor parte del tiempo (hablamos de pérdida de tejidos adiposo y mejora mitocondrial). Mientras que los ejercicios realizados con resistencias deben trabajar con intensidades elevadas, pero no de manera constante con intensidades extremadamente altas. Pensamos que llegar al fallo, o incluso más allá, constituye la forma más precisa para lograr la tan ansiada hipertrofia, pero esto suele ser así cuando se aplica de manera muy esporádica.

   La mayoría de las personas que empiezan a entrenar deberían huir de las altas intensidades, máxime si presentan un marcado sobrepeso; tal vez después de esa mejora mitocondrial procurada por el entrenamiento aeróbico de moderada intensidad se podría valorar introducir algunos cambios. Lógicamente sin una dieta adecuada, que será moderada en carbohidratos (con preferencia por fuentes vegetales y limitada en cereales), no se podría propiciar eficaz pérdida de peso. Pero la tendencia a disminuir las grasas de la dieta puede impactar negativamente en nuestros intereses al aumentar la lipogénesis de novo y utilizar las proteínas como fuente de energía alternativa.

  El aumento de la masa muscular debe ser también una necesidad para facilitar la pérdida de peso, por ello debemos considerar la alta intensidad como un veneno que en muy pequeñas dosis puede resultar extremadamente productiva pero un exceso de la misma llevará nuestro tándem cortisol/testosterona a la zona catabólica. Nuestros entrenamiento con pesas debería huir de manera habitual de los entrenamientos extenuantes, solamente aquellos con un bajo porcentaje de grasa corporal y una capacidad física fuera de toda duda podrían, tal vez, realizar un mayor número de entrenamientos de este modo, pero aún así sigo teniendo mis serias dudas.

   Por tanto, los entrenamientos deberían ser de manera habitual breves, sobre los 45 minutos o menos (matizable), y no deberíamos llegar al fallo, se manejarán kilos altos y un número de repeticiones no muy elevadas (entre 5 y 10), dejando siempre en la "recamara" al menos una o dos más. Tampoco es productivo un número elevado de series, hablaremos en otro post de ello. Este tipo de entrenamiento logrará mantener elevados los niveles de testosterona, y precisamente por este motivo haremos que esta hormona juegue a nuestro nuestro favor, facilitando una eficaz pérdida de peso al estimular la lipólisis de la grasa visceral (productora de cortisol a nivel local), e impidiendo que los triglicéridos de las lipoproteínas circulantes entren en el adipocito al inhibir la lipoproteína lipasa. Por todo lo expuesto niveles elevados de esta hormona se convierte en un prioridad no solo por los aumento de masa muscular que ella propicia sino también por su marcado efecto lipolítico.







sábado, 8 de febrero de 2014

SOBREENTRENAMIENTO Y OBESIDAD

     "Si hay algo capaz de truncar los objetivos de un deportista es siempre uno mismo..., y aunque también las rivalidades con otros se pueden dar con bastante frecuencia en este entorno, no hay nada más despiadado que la lucha cuerpo a cuerpo entre "el hoy" y "el ayer" de una misma persona.
  
   Sé que las victorias, al principio, pueden ser extremadamente sencillas, y un simple esfuerzo es más que suficiente para lograr tan ansiado propósito, pero con el tiempo, y las sucesivas mejoras, las disputas con nuestro eterno rival se volverán despiadadas y crueles. Ahora el mero afán de superación no será motivo suficiente como para otorgarnos con facilidad la codiciada hegemonía del presente. ¡Y llegará...! claro que llegará el  miserable día en el que esa corona laureada exigirá un precio tan elevado que nos precipitará de manera ineludible al fracaso, mientras que "el tiempo", juez al que siempre creímos amigo por otorgarnos la supremacía del ahora, señalará como vencedor a nuestro oponente. Y así, tristemente y de manera irremediable, sin haber sido conscientes de ese momento sublime, dejaremos atrás "el mejor yo" de toda nuestra vida."

   Bueno con de esta breve introducción romántico-filosófica quiero señalar a dos protagonistas que se anteponen al rendimiento: el ego y el tiempo. Está claro que con el segundo poco podemos hacer..., no ocurre lo mismo con un exceso del primero.

  Este post viene un poco por la excesiva entrega con  el que algunos acometen sus entrenamientos. Creo que la alta intensidad es como un veneno que debe ser suministrado a bajas dosis para hacernos mejorar, porque un exceso acabará a buen seguro con nuestro rendimiento primero y nuestra salud después.

  No es infrecuente ver a personas que comienzan a entrenar guiados por monitores de última generación formados según el método Osmin. Ahora parece existir una mayor tendencia a hacer uso de eso que se llama entrenador personal, algo que puede estar bien para quien pueda permitírselo, siempre y cuando se escoja al preparador adecuado, que haberlos haylos, pero no toda la culpa la tiene el entrenador, ¡qué va!, una buena parte de ella recae precisamente en el sujeto que decide contratar el servicio, y no por el echo de contratarlo, sino por el afán de arreglar en poco tiempo lo que costó mucho alterar. De este modo, nuestro "amigo" en cuestión, que arrastra un sobrepeso considerable, se somete a una tortura diaria guiada por un despiadado monitor de sala que  parece sacado de la Santa Inquisición. Series, superseries y series gigantes son ejecutadas por doquier, arrastrándole en un constante sufrir, como quien trata de expiar la culpa de sus pecados, mientras es azuzado por el instructor, más preocupado por el dolor de su pupilo que por la estricta ejecución de los ejercicios.

  Esta representación, aquí ficticia, puede ser, tristemente, una realidad apreciada con relativa frecuencia. ¡Y no!, este no es el camino para arreglar las cosas. Partimos de la base que las personas obesas o con un sobrepeso considerable de tipo abdominal, presentan una sensibilización de su eje hipotalámico-hipofisario-adrenal, ¿esto que significa?, pues que en condiciones normales van a segregar más cortisol que una persona delgada, algo que las hace más susceptibles de padecer síntomas de estrés. O dicho de otro modo, las personas obesas tienen menos capacidad para soportar el estrés, sea del tipo que sea. Pero además, los niveles de testosterona son inversamente proporcionales a la cantidad de cortisol secretado. Existe una relación entre los bajos niveles de andrógenos y el grado de obesidad, y a su vez una relación entre la obesidad y la resistencia a la insulina. De tal forma que el aumento en la relación cortisol/testosterona (C/T)es un indicativo fiable de la acumulación de grasa visceral. Es decir, con estos entrenamiento de excesiva intensidad estaremos a buen seguro disparando los niveles de cortisol, los cuales se opondrán con contundencia al cambio y además estarán disminuyendo los niveles de testosterona, ya de por sí bajos en personas con obesidad abdominal. Pero si además añadimos dietas restrictivas, algo nada descabellado para quien trata de mejorar en poco tiempo, las posibilidades de sobreentrenamiento aumentan de manera exponencial, de hecho la mencionada relación cortisol/testosterona es un indicador utilizado para determinar la existencia de estrés crónico. Pero no solo los aumento de cortisol se correlaciona con una baja secreción de testosterona, lo mismo ocurre con la hormona del crecimiento. Es decir, no encontramos que las dos hormonas anabólicas más importantes se encuentran deprimidas.

   El papel de la testosterona parece centrarse en los siguientes puntos:

  • Aumento de la lipólisis mediada por las catecolaminas, al aumentar el número de receptores beta 3 adrenérgicos en los adipocitos, además actúa principalmente en la grasa metabólicamente más activa, la visceral.
  • Inhibición de la lipoproteína lipasa adiposa (más información aquí) lo que disminuye la hidrólisis de la lipoproteínas circulantes, previniendo la captación de los triglicéridos contenidos en ellas.
  • Aumenta la traslocación de los transportadores GLUT-4, elevando la captación de glucosa.
  • Incremento de la oxidación de lípidos. 
Pero un aumento de los niveles de cortisol, producirá los siguientes efectos:
  • Inhibición de la secreción de testosterona, produciendo los efectos contrarios a los mencionados.
  • Aumento de la síntesis de glucosa hepática (gluconeogéneis) y lípidos.
  • Inhibición de la síntesis de glucógeno.
  • Disminución de la secreción insulínica, alterando la sensibilidad de esta hormona a nivel periférico.
   Ya lo hemos dicho en bastantes ocasiones, pero repetirlo nunca está de más. La obesidad es una condición que se retroalimenta constantemente, dificultando enormemente la pérdida eficaz de tejido adiposo en cualquier plan orientado a ello. Y esto es así precisamente, por la disminución de testosterona y el aumento de colesterol que en esta condición se presenta (aumento relación C/T). El eje HHA hipersensibilizado aumenta la secreción de cortisol oponiéndose a la secreción de testosterona, pero a nivel local, la obesidad produce la activación de la cortisona en cortisol, en hígado y tejido adiposo, esto es debido a factores inflamatorios que procedentes del adipocitos aumentan la actividad de la enzima 11ß HSD-1. Pero además, en el tejido adiposo se expresa una enzima que potencia la transformación de testosterona en 17ß estradiol, me refiero a la aromatasa.

   Es por todos estos motivos mencionados, que nuestros esfuerzos pueden dar tan pobres resultados; y lo más normal es que aquellos desdichados que quieren solucionar rápidamente el sobrepeso adquirido a lo largo de años, pueden ver frustrados su intento, precisamente por un excesivo ímpetu a la hora de solucionar un problema "bien gordo".

  Pero no solo las personas obesas o con sobrepeso se encuentran bajo el riesgo del sobreentrenamiento, los atletas avezados también podrían aumentar la relación C/T, si con excesiva frecuencia se entregan a entrenamientos extenuantes, eso sí, con mucha mayor dificultad en la medida en que tienen menos grasa corporal, pero lógicamente exentos no nos encontramos ninguno. Pues nada, recordad la intensidad (mejor dicho la alta intensidad) es un veneno que ha de ser suministrado en dosis muy controladas para que no resulte letal. ¡Buen entrenamiento!

viernes, 7 de febrero de 2014

MAS SOBRE LA TERMOGÉNESIS

La grasa blanca puede ser transformada en grasa parda a partir de dos hormonas: la irisina (por tejido muscular) y la FGF21 (procedente de la propia grasa parda). Esta transformación es interesante desde el punto de vista metabólico y máxime si estamos centrados en la pérdida de tejido adiposo. Las opciones para aumentar la cantidad de grasa parda son básicamente dos:

-Realizar ejercicio aeróbico de moderada intensidad  y larga duración (1 hora). En este caso el tejido muscular sería el encargado de segregar la hormona irisina que funciona como mensajero sobre el tejido adiposo blanco para que éste se transforme en marrón.

-Pasar frío. En este caso se trata de someterse a temperaturas que causan escalofríos (temblores), que en la mayoría de los casos suele suceder a partir de los 14º-16º  o menos, en personas acostumbradas; y en 10-15 minutos habríamos segregado la misma cantidad de irisina que en apartado anterior.

  En un primer momento sería la grasa parda (FGF21) la que se activaría para producir calor gracias a la proteína desacoplante UCP1, algo que NO PRODUCIRÍA TEMBLORES, pero si el frío persiste o bajan aún más las temperaturas, el tejido muscular vendría al rescate, en este caso sí que se producirían "tiritonas", que no son otra cosa que contracciones musculares involuntarias con el fin de ayudar en la producción de calor. Estas contracciones son las que segregarían irisina, transformando la grasa blanca en parda, de este modo se podría aguantar durante más tiempo el frío sin sufrir los mencionado temblores (pasado un tiempo, claro está). Esto además de mejorar nuestra tolerancia al frío, protegería el glucógeno muscular, que es el combustible empleado en las contracciones musculares, y utilizaría los ácidos grasos como sustrato preferencial en la termogénesis de la grasa parda.

  Es curioso, pero a medida que la sociedad moderna se aísla de su entorno natural aparecen cada vez más problemas relacionados con la salud. La obesidad se ha convertido en una auténtica pandemia que se extiende de manera imparable mientras la sociedad del bienestar y la opulencia arrasan con los últimos vestigios que aún quedan de ese ser natural que es el hombre. El exceso de abrigo y calefacción, y una vida más sedentaria no son más que algunas piezas de este rompecabezas en el que se ha convertido la obesidad. Pero no nos debemos preocupar, para eso están las farmacéuticas, o la industrias químicas.., de aquí a no tardar mucho, seguro que son capaces de suministrarnos las mencionadas hormonas en forma de "píldoras mañaneras" solucionando de un plumazo los problemas de obesidad, bueno ya lo hicieron con las enfermedades cardíacas y las estatinas, ¿verdad?

http://www.cell.com/cell-metabolism/retrieve/pii/S1550413114000060#Summary

sábado, 1 de febrero de 2014

DIETA ALTA EN GRASAS, MEJOR SI NO TIENES ESTRÉS

    Hace poco leí un artículo que relacionaba la grasa de tipo abdominal con el consumo de grasas de la dieta (aquí). Bueno, en principio tampoco le di excesiva importancia, pero es cierto que siempre que leo algo que no me cuadra intento ver hasta que punto puede haber, aunque solo sea de manera parcial, algo de verdad en ello. Además también sé que muchas personas dentro del entorno paleo que siguen una dieta alta en grasas o cetogénica han manifestado "problemas" con niveles excesivos de colesterol. Pero realmente, ¿podría causar problemas de salud una dieta alta en grasas?, en principio, la gran mayoría no deberían manifestar daño alguno, además en determinados casos estas dietas pueden ser la herramienta más adecuada para perder kilos, incluso en casos difíciles, pero es cierto que no todo el mundo responde del mismo modo...