domingo, 27 de abril de 2014

PAUTAS PARA ADELGAZAR V. UNA CUESTIÓN ADICTIVA

      Bueno, el último post lo finalicé diciendo que "era tiempo de cambios", y es cierto, nuestra hormonas después de unos cuantos kilos perdidos podrían estar confabulándose con el fin de evitar que este ataque a la homeostasis orgánica que estamos perpetrando con la la dieta y el ejercicio vayan a más. Pero hay algo más que podríamos no haber tenido en cuenta...

    Veamos, no pretendo desanimar a nadie, pero ser realistas nos evitará frustraciones futuras. El intentar eliminar el sobrepeso que hemos mantenido a lo largo del tiempo es una labor loable pero perentoria, que como bien sabéis no está exenta de riesgos y complicaciones, pero embarcados en el asunto no podemos dar marcha atrás bajo ningún concepto, quizás debamos pasar largas temporadas esperando, latentes, antes de iniciar un nuevo impulso en nuestro recorrido bajista. No sólo estas pausas deben ser tenidas en consideración sino que tal vez deberían ser fijadas con obligatoriedad, para poder disipar la tensión originada por la cuestión hormonal que podría precipitarnos nuevamente al origen de todo este impulso. Sé que las personas obesas o con sobrepeso encontrarán enormes resistencias para seguir perdiendo peso en un momento determinado de su periplo, pero eso no es lo malo, la gran mayoría, con el tiempo acabarán recuperando una gran parte de los kilos perdidos, por no decir todos.
  
  Vivimos en la era de la información, y como tal, sabemos por ejemplo que el alcohol, el tabaco y cierto "alimentos" pueden ser además de nocivos, altamente adictivos...Pero este conocimiento no evita caer en su garras. Los azúcares, la bollería, los refrescos, las carnes procesadas son perniciosas para nuestro organismo, también el exceso calórico..., pero aún así, nuestro autocontrol, en determinados momentos, parece inexistente, abocándonos a comer de modo compulsivo. Algo que sin duda huele a adicción

   Hemos hablado en el anterior post de la grelina, la leptina y la insulina..., ellas parecen tener en su mano el control de la ingesta y el gasto energético al modular diferentes respuestas tanto a nivel central como periférico; pero lo que nos ocurre en determinados momentos que nos sentimos misteriosamente impulsados a comer con desesperación parece deberse a mecanismos diferentes a los regulados por aquellos. 

  Situaciones como la ansiedad, la frustración, la desesperación, el miedo, etc, etc, parecen alterar nuestro comportamiento arrojándonos directamente a la nevera con el fin de mitigar esa angustia interna.

  El comer es una conducta fisiológica necesaria para mantener nuestra existencia, pero en determinados momentos y generalmente ante situaciones psicológicas como las descritas sentimos la necesidad de "silenciar" una angustia interior que poco tiene que ver con las necesidades metabólicas de nuestro organismo. Sin duda, el ser humano come porque tiene una necesidad de hacerlo, pero para que esta conducta sea reproducida con la frecuencia requerida debe haber algún tipo de "recompensa" que haga posible este comportamiento a lo largo de la vida. Podemos considerar la DOPAMINA como un neuroquímico que al liberarse produce sentimientos de felicidad, euforia, placer...,y este sistema es el implicado en cuestiones que son importantes para el mantenimiento de la vida como puede ser comer, beber o aparearse

   Cuando una persona ingiere una comida de sabor agradable, se libera dopamina en una primera instancia, aunque no en sucesivas, al menos en una situación normal, por lo que la repetición de la ingesta depende de otros sistemas neurales, en cambio en las adicciones siempre siempre se libera dopamina en grandes cantidades (hasta 10 veces más que por recompensas naturales). Podemos considerar la dopamina como un sensor que debió ser calibrado durante nuestra evolución con el fin de incentivar el consumo máximo de alimentos con el fin de soportar futuras épocas de hambrunas, pero que debía estar contrarregulado por otros sistemas para evitar la desproporcionalidad en la ingesta, esto es algo que podría llevarse a cabo por la acetilcolina, la cual se eleva al finalizar la ingesta y antagoniza con el efecto de la dopamina induciendo saciedad. Cuando el sabor de la comida es desagradable la liberación de acetilcolina se opone a la dopamina asociándose a una conducta difícilmente reproducible . En cambio las comidas agradables y especialmente las que son dulces liberan además, cantidades elevadas de opioides endógenos que tiene un ligero efecto analgésico. 

  Pero, ¿qué es lo que hace que la comida se convierta en algo adictivo?, parece ser que la restricción podría tener algo que ver con esto. En un experimento llevado a cabo con ratas, se les disolvió azúcar en agua de modo semejante a la concentración que se encuentra en los refrescos, cuando se les suministraba en un horario reducido se pudo observar primeramente el fenómeno del "atracón" y posteriormente un escalonamiento gradual en su consumo en cada repetición. Esto con el tiempo podría producir cambios en los receptores dopaminérgicos y opiodes en el núcleo accumbens del cerebro que podrían dar lugar al inicio de procesos adictivos(más información aquí). El sistema opioide se activa también con la comida y controla el sistema dopaminérgico aumentando la liberación de dopamina y reduciendo la de acetilcolina, lo que podría contribuir a este efecto adictivo de la comida (aquí). 

      Bueno, parece que lo estoy poniendo bastante difícil a todos aquellos que pretenden perder peso de modo definitivo. Es cierto, si hemos llegado a este punto después de perder una buena cantidad de tejido adiposo, habremos conseguido cosas positivas:
  • Mayor sensibilidad a la insulina y leptina.
  • Mayor secreción de adiponectina.
  • Disminución de los niveles de cortisol.
  • Aumento de la testosterona.
  Esto sin duda habrá disminuido la inflamación de bajo grado procedente del tejido adiposo que resulta crucial para evitar la aparición de enfermedades degenerativa, también habremos regulados a la baja los niveles de colesterol (en casi todos los casos) y del glucosa. Sin duda, nuestra salud habrá mejorado, pero esto no es como empieza, sino como acaba. El llegar a este punto no significa haber terminado nuestra cruzada contra el sobrepeso, esta lucha debe ser constante y sin tregua de modo definitivo. Volver a nuestros antiguos hábitos o descuidar los nuevos podría lanzarnos nuevamente al origen de todo este movimiento. 

   En resumidas cuentas, nuestro peligro no sólo se encuentra, como dije en el anterior post, en unos niveles disminuidos de leptina y aumentados de grelina, sino que también podríamos estar enfrentándonos a auténticas adicciones alimenticias pasadas "inadvertidas" hasta este momento. Si en alguna ocasión nos hemos comportado como comedores compulsivos (aquí, aquí), con un deseo irrefrenable por alimentos concretos, especialmente dulces (aunque también sucede con la grasa aquí) y ellos han sido capaz de disminuir dramáticamente nuestros niveles de ansiedad, es posible que además de esta nueva regulación hormonal debamos enfrentarnos a una especie de síndrome de abstinencia que nos pondría las cosas MUY MUY DIFÍCILES. Desordenes como la bulimia, podríamos señalar precisamente este tipo de conducta adictiva que sin duda podría agravarse tras un periodo de alimentación restringida. Por tanto, creo que la moraleja de todo esto debe quedar clara, si restringimos en exceso las calorías y retiramos completamente esos alimentos altamente adictivos que tanto nos reconfortan, es posible que en un momento determinado se pueda producir el fenómeno atracón que sin duda podría hacer peligrar nuestro objetivo. 

   Es muy fácil decir no comas esto y no comas lo otro, pero la realidad es que la gran mayoría de las personas con sobrepeso o comedores compulsivos están atrapados en una tela de araña tejida con los hilos comerciales de la industria alimentaria que impedirán seguir felizmente con los objetivos iniciados. ¿Qué se puede hacer?, sinceramente no lo sé; es posible que lo voy a decir a continuación suene a burrada, pero creo que una adicción se podría mitigar con otra más "benevolente...", quizás la única manera de salir de esta red finamente tejida y conscientemente consentida por los poderes públicos se encuentre en el deporte. Sí, lo sé..., el deporte llevado a extremo puede ser muy nocivo, pero tal vez podamos evitar más fácilmente que esta última situación se produzca, al fin y al cabo deporte y comida podrían compartir el mismo circuito de recompensa.

  ¡No me lo puedo creer!, me ha vuelto a pasar, me pongo a escribir y al final, lo que iba a contar no lo cuento...

1 comentario: