martes, 22 de abril de 2014

PAUTAS PARA ADELGAZAR III

Del último post podemos extraer varias consecuencias:

  1. Debemos mantener los niveles de cortisol en un rango normal. Esto es muy fácil decirlo pero no tanto cumplirlo. Es cierto que podemos interceder en lo que comemos para evitar una restricción acusada de calorías, y en cierto modo también podremos hacer lo mismo con el ejercicio para evitar ejercitarnos con frecuencia dentro de los parámetros que marca la muy alta intensidad, pero lo que sí constituye ya un problema es la forma en que gestionaremos el estrés del día a día. Los problemas, sean del tipo que sean, van a impedirnos llevar la constancia requerida para efectuar las modificaciones pertinentes para lograr una acusada pérdida de peso. Así pues, antes de decidir realizar una dieta (que debe ser obligatoriamente la última) debemos afrontar todos los problemas que pueden incidir en este extremo.
  2. Dependiendo de nuestro morfología, tendremos más o menos problemas a la hora de perder peso. Si principalmente nuestra grasa es de tipo subcutáneo, tendremos dificultades para desprendernos de ella, pero metabólicamente será asumible, pero si nuestro mayor porcentaje pertenece a lo que se conoce como grasa visceral, tendremos el hándicap de la rapidez con la esta se recambia. Esto es importante tenerlo muy en cuanta. Cuanta mayor cantidad de ella dispongamos más efectos nocivos podremos presentar como consecuencia de la desmedida liberación de ácidos grasos, que por circulación portal podrían llegar al hígado aumentando la producción de triglicéridos y el colesterol VLDL, pudiendo añadir una presión excesiva en este tejido, que podría verse incapaz de liberarse de esta llegada de lípidos, causando hígado graso. 
  3. Otra consecuencia del sobrepeso que vimos en el post anterior, es la inflamación de bajo grado que sucede por la expansión del tejido adiposo, más por la hipertrofia del adipocito que por la hiperplasia, pero el elevado número de citoquinas inflamatorias como TNF-α o IL-6, y el exceso de ácidos grasos liberados del tejido adiposo sin duda aumentarán la resistencia a la insulina.
   Ante este panorama, además de la dieta, que deberá ser como la expresada en el post anterior, deberemos procurar cambiar nuestra comodidad habitual por movimiento, debemos ser mucho más activos, no por una actitud vitalista ante la vida, que también podría ser, sino para contrarrestar la inflamación de bajo grado, con la conveniente producción de mioquinas antiinflamatorias y deshacernos de los ácidos grasos que de manera ectópica hayan podido entrar en el miocito y que almacenados en forma de diacilglicerol, ceramidas o Acil CoA de cadena larga estén impidiendo la adecuada traslocación de los transportadores GLUT-4 a la superficie de la membrana para captar glucosa. El ejercicio físico, puede producir esta translocación de modo independiente a la estimulación insulínica por lo que tenemos la herramienta perfecta para que las situación se normalice con el tiempo. Pero sin duda, tratar de desprenderse de una buena cantidad de tejido adiposo con una simple dieta, será mucho más complejo y a buen seguro aparecerán los efectos secundarios que la liberación de los ácidos grasos pueden acarrear en el resto de tejidos. 

  El problema de la grasa visceral es que los ácidos grasos liberados como consecuencia de la gran actividad de los receptores adrenérgicos, principalmente los beta-3 (los más resistentes a la desensibilización) no serán prácticamente empleados en el la actividad física (si en cambio los de la grasa subcutánea). Ellos seguirán, por circulación portal, su destino hasta el hígado, lo que puede contribuir a los efectos deletéreos mencionados.

  Un aumento insospechado de colesterol después de una dieta podría ponernos en la pista de lo que realmente está pasando en nuestro organismo. Estos ácidos grasos procedentes de la grasa visceral aumentarán la producción de triglicéridos en el hígado que serán empaquetados junto con el colesterol en las partículas VLDLs y repartidos por la circulación sanguínea, donde nuevamente podrían llegar a la grasa visceral o tal vez, con un poco de suerte, ser captados por tejido adiposo subcutáneo, y si hay mucha mucha más suerte, llegarían finalmente al tejido muscular donde, si no se almacenan en las formas mencionadas, es decir, como diacigliceroles o ceramidas con capacidad de causar resistencia a la insulina, podrían finalmente entrar en la mitocondria donde serían utilizados para producir energía. ¡Tela!, esta repartición, dependerá de una hormona que suele estar en el endotelio capilar del tejido adiposo o muscular, me refiero a la lipoproteína lipasa (LPL), la gran actividad que presenta la LPL del tejido adiposo visceral nos otorga muchas papeletas para que estos ácidos grasos vuelvan a su lugar de origen, pero este viaje no ha sido en balde, por desgracia nuestra, la gran cantidad de triglicéridos formados por el hígado como consecuencia de la lipólisis desmesurada de la grasa visceral, dará lugar a un tipo de colesterol VLDL muy enriquecidas en triglicéridos, lo que después de la actuación de las diversas lipasas generará un tipo de colesterol LDL que será del pequeño y denso, que podría atravesar la barrera endotelial y ser parcialmente oxidado por especies reactivas de oxigeno (debido a la mayor presencia de ácidos poliinsaturados, como el ácido araquidónico y la menor cantidad de sustancias antioxidantes liposolubles);luego los macrófagos fagocitarán estas LDL oxidadas hasta que se atiborran y se transforman en células espumosas, precursoras de la placa de ateroma.

   Pero esta ruta de viaje que realizan los ácidos grasos liberados de la grasa visceral no tiene porqué acabar en el mismo lugar de origen. Nuestra actividad física constante o el ayuno, podría aumentar enormemente la actividad de la LPL muscular, lo que contribuiría a una mayor captación de los triglicéridos procedentes de las VLDLs, disminuyendo en cambio la LPL adiposa, lo que desviaría de su ruta lo que parece un funesto viaje de ida y vuelta. 

   Bueno, Creo que la moraleja de esta historia es clara, la actividad física es de extrema importancia (y los ayunos bien pautados), la dieta también, porque con ella lo que pretendemos es no agravar una situación ya de por sí complicada. Si nos mantenemos firmes durante tiempo podremos solucionar un sobrepeso considerable y llegar al siguiente grupo, el de los que quieren mejorar su composición corporal, que supongo que será la gran mayoría. No obstante, indicar que no será mucho lo que debamos cambiar con respecto a esta situación descrita, pero como dije anteriormente, debemos ir de menos a más, y creo que después de desembarazarnos de un montón de kilos es necesario dar una vuelta de rosca. Ahora nos enfrentamos a la situación quizás más delicada porque los esfuerzos realizados no tendrán tanta recompensa como el estado anterior, pero sin duda nos iremos acercando no solo a un cuerpo más estético sino también más saludable ¿continuamos...?






  

3 comentarios:

  1. ¿Y como son esos ayunos bien pautados?
    Yo hago uno a la semana (el día elegido aleatoriamente) de 16 horas (saltando el desayuno y entrenando a las 10 horas de ayuno. Y diariamente entreno en ayunas, unas 10 horas después de cenar. Creo que no es mala pauta. Llevo haciéndolo varios años y no se si es momento de meter algún ayuno más semanal.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No, yo creo que está bien como lo estás haciendo, quizás el día que vayas a realizar un entrenamiento muy intenso podrías comer algo unas cuantas horas antes.

      Eliminar